Lo que sucedió el pasado martes 22 de abril en la capital tamaulipeca es un hecho que no debe quedar en el olvido y menos en la impunidad. Las inconsistencias son evidentes, todos tienen una versión diferente: el gobernador Américo y el director general del IMSS, Zoé Robledo, dejaron claro que el incidente quedó, en términos policiacos, “sin novedad”; y por otra parte, la presidenta Sheinbaum, la mujer mejor informada del país, tiene otra versión, donde sí hay un arma involucrada, aunque no hizo mención del dinero en el maletín.

Estamos ante un delegado del IMSS que posiblemente sí portaba una pistola calibre.45, un arma que es de uso exclusivo de las fuerzas armadas de México, y altas cantidades de dinero en efectivo, probablemente producto de un acto de corrupción.

Y el segundo escenario planteado es que la Guardia Estatal del gobierno humanista del doctor Américo Villarreal efectivamente plantó el arma y el dinero en el vehículo del funcionario federal, algo que sería terrible, porque estaríamos hablando de policías corruptos y de un gobierno que planta “evidencias” y que por igual las puede desaparecer.

Las preguntas son muchas. Los dos escenarios e hipótesis son malos para el estado de derecho en Tamaulipas y en el país. La pelota ahora está en la cancha del fiscal estatal Irving Barrios, que llegó en las épocas de Cabeza de Vaca y que este año dejará la fiscalía “independiente”. Es probable que querrá cuidar su salida y no quedar mal con Américo y la 4T. Seguramente recibirá “línea” para cubrir a unos y empujar a otros. Vigilaremos su actuar para que la investigación no quede en el cajón del olvido.

Estaremos pendientes de este importante caso para la gobernabilidad del estado, hasta que sepamos quién está mintiendo, haya renuncias o funcionarios en la cárcel y se sepa la verdad, por el bien de Tamaulipas.

-EL CONSEJO EDITORIAL