La noche del martes, cuando en el transcurso del día se había difundido el oficio en el que solicitaba guaruras, armas y vehículo blindado por miedo a los periodistas, por un lado, y por el otro, la Unidad de Inteligencia Financiera y Económica acusó a su protegido de haber saqueado la dependencia, RAÚL RAMÍREZ CASTAÑEDA publicó en redes sociales de la dependencia a su cargo, que ya había iniciado, “desde el lunes”, el procedimiento para judicializar las carpetas de investigación contra funcionarios del pasado sexenio.

¿No debía haber iniciado con eso, la agenda del día que se le relacionaba, desde temprana hora, o incluso en las vísperas, que luego aseguró finalmente estaba haciendo su trabajo?

¿O una cosa fue consecuencia de la otra?

Porque una cosa es la dilación manifiesta en los oficios del Fiscal Anticorrupción y otra, que la dependencia por él fundada, donde dejó a un incondicional, al que apenas hace unas semanas andaba buscando reinstalar en la dependencia que sigue titulando con un amparo, haya sido saqueada antes de entregarla al nuevo titular.

Ya no solo es que el tal RAMÍREZ CASTAÑEDA haya reprobado los exámenes de control y confianza que lo inhabilitan para el cargo, o que siga al servicio del exgobernador de triste memoria, impidiendo que se le enjuicie a él y a sus cómplices, en el criminal saqueo que hicieron del estado durante el pasado sexenio.

Si el Fiscal Anticorrupción no está involucrado, de hecho, en el desmantelamiento de las oficinas de la UIFE -lo cual no está descartado-, de menos hay complicidades en esa relación simbiótica con su protegido, mismo al que confió el empleo de su hijo, según su misma declaración ante diputados.

Si según él, desde el lunes ya había dado finalmente el paso para proceder con las denuncias, que desde diciembre envió la administración estatal, por qué, sin aludirlo, pedir protección especial contra los reclamos de la opinión pública por su abulia.

Si eventualmente, le resultará responsabilidad en el saqueo de mobiliario, equipo e información de la Unidad de Inteligencia Financiera, para qué quiere policías custodiándole, si pueden ser quienes le ejecuten la orden de aprehensión en su momento.

Con esa nariz tan larga, no habrá lugar donde pueda esconderse, cuando la larga mano de la justicia le alcance.

Ayer mismo, al tenor de la sesión plenaria del Congreso Local, el diputado HUMBERTO PRIETO HERRERA presentó una propuesta de exhorto al Fiscal General, IRVING BARRIOS.

Esperara que inicie, por las instancias correspondientes, un procedimiento de evaluación del desempeño, así como de los delitos que se desprendan de la comparecencia del Fiscal Anticorrupción, ante la Comisión Legislativa que le requirió.

Lo que confesó a los diputados la semana pasada, en materia de nepotismos, tráfico de influencias, uso abusivo de funciones y facultades, o los que le resulten, amén de las eventuales otras complicidades con los sucedidos denunciados después por la UIFE, materia de las instancias jurisdiccionales.

En el colmo del cinismo, luego el dirigente panista -CACHORRO CANTÚ- propuso otro exhorto, para que se emprendan acciones judiciales contra el General Secretario de Seguridad del Estado.

Acusa a SERGIO CHÁVEZ GARCÍA, por haber dicho cuántos elementos está asignados a la seguridad del exgobernador y su familia, porque, según él, eso pone en peligro su vida y la de los suyos.

Si lo que se está debatiendo es si se le quita tal despliegue, que le representa al Estado más de un millón 100 mil pesos mensuales de salarios, además de distraer patrullas, vehículos blindados, armas, combustibles y pertrechos que hacen falta en la protección de toda la ciudadanía.

No se ha podido recetarle la misma acción que el ex hizo, llegando, contra sus antecesores, porque mañosamente elevaron la medida a rango constitucional, para que requiriera el voto de las dos terceras partes de los diputados.

Hoy habrá otra sesión general en el Congreso Local y lo más seguro es que ya se vaya a meter el tema; si se dan los votos suficientes, el pueblo premiará a sus representantes en la Cámara Local; si no, que se lo demande.